El
río caudaloso
transcurría
como aturdido
hacia
su destino.
Una
rama se dejaba arrastrar
por
aguas impetuosas
Incapaz
de rebelarse.
Me
miré en su fondo oscuro.
Sus
entrañas se abrieron
y
me mostraron lo oculto.
El mundo
se estremeció.
Un
vahído se apoderó de mí
más
allá de mis sentidos,
y
me di cuenta que no había
ni
río ni agua ni rama
ni
yo.
2
El trinar de los pájaros
era turbio
como el agua sucia de las
charcas
cubiertos de hojas rotas
y secas
que llegan a su centro a perecer.
El cielo enlutado pintaba
desaliento en tu abatido
rostro.
Tu alma afligida
caminaba con los ojos
vendados
como perdida en su
destino.
En esa cruel negrura,
un rayo hirió
la mañana
y de pronto se abrieron
las alas de un arco iris.