Tu manita
tendida,
tu mirada, mar
sin oleajes,
tu camino
cubierto de ropas viejas.
Soñabas con pan
caliente,
con manos
protectoras
con algunas
caricias.
Te hiciste
mayor.
El pan no te
calentó,
no hubo
caricias,
ni manos en tu
vida.
Como negro
oráculo,
el final
presentido venció
la esperanza de
tu ayer.