lunes, 26 de junio de 2017

POBREZA





 
Tu mirada huidiza 

y tu andar vacilante

me estremecieron.

Tu mano sucia y extendida

rozó mi suntuoso abrigo.

Querías unas monedas.

Musitabas palabras

que no salían de tu boca.

Solo escuchabas la música

de tu hambriento estómago

y esperabas que las monedas

salieran de mi elegante bolso.

Pasaporte al mostrador de la taberna

a la que te fuiste tambaleante.

El amargor de tu vino y tu desaliento,

quebraron mi garganta.