Me da el fresco en la cara,
que en el sur de este País
a veces tan querido,
a veces tan odiado,
es la alegría hecha aire.
Han llegado al mundo
aves no migratorias
como cuervos de lo más oscuro.
Gobernantes del presente
con cabezas de cabellos
pajizos erizados o canosas
por fuera o por dentro.
Ahora el frío es interior
no vislumbro ni se nota,
si los volátiles más claros
podrán con los negros.
Y veo pasar los días
un poco o un mucho, encogida,
al no saber hasta
donde llega la maldad,
que la mente no entiende
y el corazón tampoco.
Y recapacito como
al tener todas las personas
un voto que vale lo mismo,
sea de alguien cruel,
millonario, retrogrado,
no lo utilizan los demás
para defenderse.
Parece como si se disparasen
hacia sí mismos.
Y si pienso en féminas
mis neuronas
se me ponen en huelga
No sé si rezar,
si echarme a llorar,
o solo acostarme a su tiempo,
taparme la cabeza
y llamar a Morfeo
dejando un hueco
a la esperanza del talento.