El infierno sin fuego
se ha desatado.
La Guadaña se pasea
señorona por las calles.
No lleva traje negro ni capucha,
va disfrazada de Virus
maligno como el diablo.
Viene a por todos.
Cobarde, cómo el que más,
primero los más débiles,
los más expuestos,
aunque tampoco le importa la edad,
cuantificarlos es lo que quiere.
No hay espacios
ni fronteras
ni cielo que lo pare.
Las ciudades vacías,
cerrados los comercios,
los humanos sin contactos.
Hay que mirarse
detrás de horribles mascarillas.
No hay besos ni abrazos.
Se han borrado las sonrisas.
Ansiamos el inmenso deseo
de que unos ángeles, aquí abajo
consigan destruirlo
.
Y volvamos contentos
a las
calles ya no vacías,
a hablarnos cara a cara
a estrechar nuestras manos,
Mientras silencio, solo silencio
y mirar como amigo al móvil.
Nuestra mente se rompe
y en nuestro delirio
pensamos si pudiéramos
subir por las paredes
o volar lejos, muy lejos.
La realidad nos vence,
Siempre nos queda solo soñar.