
Caminaba queriendo
sentir la vida.
Entre sombras veo una
casona en ruinas.
Su orgullo la
mantenía en pie.
Sus viejos arcos
vencían al tiempo.
El bastidor del
portón,
fiero león ante el
enemigo,
mostraba su
arrogancia.
Algunas vidrieras
conservaban sus
colores y brillo.
Hierbajos y musgo
trepaban por sus
paredes
sin restarle distinción.
Me vinieron a la
memoria
creadores de grandes
bellezas
que hasta en su
agonía
abrazaron su soberbia
humildad.
Mirando la vieja
casona, sentí la vida.