
Abro
la puerta,
mis
pasos me llevan
a
la sala principal.
La
mesa ni me mira,
las
sillas me ignoran,
solo
me sonríe mi viejo sillón.
Tantos años,
tantos deseos.
Me
acomodo entre sus cojines
y
de nuevo comienzo a soñar
con
imposibles posibles,
y
no quiero despertarme.
Qué bonito poema de añoranzas!
ResponderEliminarPrecioso!
ResponderEliminar