La Luna
acaricia el asfalto,
espejo delator
de los que acallan sus conciencias
que hasta el primer rayo de luz ennegrece,
como esos ojos que a tientas
se hunden en una oquedad inerte
igual que montañas de hojas yertas.
Llantos enjaulados
que niegan los sentimientos.
Páginas inacabadas de un libro ya escrito
que corta a jirones todas las esperanzas.
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