sábado, 8 de octubre de 2022

EL SINO

 



 





Hace tiempo que no hablaba

con la Luna.

Ella me daba sus quejas,

y yo le contaba penas y alegrías.

Me decía que lo suyo con el Sol

no tenía remedio.

Cuando ella despertaba,

él se dormía y se apagaba del todo.

Al amanecer, cansada

ya de sus rondas,

se retiraba despacio

y el Sol salía poderoso.

Nunca habían ido

por caminos parejos.

Yo la consolaba,

tampoco los humanos

bailábamos, las más de las veces,

al mismo son.

Le conté que tres veces,

me había enamorado, tres

y como “las hijas de Elena”

ninguna fue buena.

Nacemos con un sino

y no hay ángeles ni brujas

que puedan con él.

Hoy he vuelto a darte

las buenas noches, querida Luna,

compartiremos nuestras lágrimas

y anhelos fantaseados,

y luego quiero que veles mi sueño.

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