Suena el viento
arrastrando las hojas caídas
que mueren sin lamentos.
La corriente abre puertas y ventanas
robando sus secretos.
Se oyen pasos
que se pierden en la lejanía.
El aullido de una sirena
compite en urgencia con la muerte.
Penetra el ruido
del camión que limpia las calles
sin limpiar las almas.
El instinto trabaja,
avisa de las sinrazones,
de las infamias.
La conciencia se tapa la cabeza.
Nunca la soledad duele tanto
como en la calma de la noche.
No puedo dormir.