jueves, 23 de octubre de 2014

NOCHE SIN SUEÑO




Suena el viento

arrastrando las hojas caídas

que mueren sin lamentos.

La corriente abre puertas y ventanas

robando sus secretos.

Se oyen pasos

que se pierden en la lejanía.

El aullido de una sirena

compite en urgencia con la muerte.

Penetra el ruido

del camión que limpia las calles
 
sin limpiar las almas.

El instinto trabaja,

avisa de las sinrazones,

de las infamias.

La conciencia se tapa la cabeza.

Nunca la soledad duele tanto

como en la calma de la noche.

No puedo dormir.

DE NUEVO NAVIDAD




 

La lluvia despacio mojaba las calles

haciéndolas brillar como cristales.

Las gotas al caer entre las luces

parecían estrellitas

que al chocar contra el suelo

se deshacían
 
La gente cargada de paquetes

con cintas de vivos colores,

soñaban regalos de fiestas.

El aire trajo un villancico:

“Hace tiempo Dios nació,

y un pesebre lo acogió.

Tres reyes que eran de Oriente,

le trajeron sus presentes.

Cantemos la Navidad,

Cantemos la Epifanía”.

La lluvia no me calaba,

la ilusión del momento me protegía

como un vivo impermeable .

El olor a tierra húmeda,

las luces, la música

y la ilusión que bailaba

en las pupilas de los más pequeños,

me gritaban sin voz

que otra vez era Navidad,

y mi alma de nuevo se hizo niña.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

ENREDADERAS DEL PARQUE




Aquellos domingos 
de palomas blancas,
llenos de risas infantiles,
y de globos de colores.
Aromas de flores
perfumando nuestros paseos.
Corrimos por sus senderos,
dimos golosinas a los palmípedos
que piaban agradecidos.
Los pavos reales, más reales que nunca
y el verdor del monte Gurugú,
escalada de ensueños.
Alegría por todos los poros de la piel,
en los zapatitos nuevos que se estrenan,
y en los trajecitos de los domingos
Sin este parque de María Luisa,
parque centenario,
la infancia no sería tan bella.
Aún mi alma en sus enredaderas

martes, 26 de agosto de 2014

EL MURMULLO DE TU VOZ

 
 

La he escuchado, estoy segura,

segura en mi incertidumbre.

Tendida, sola con mi soledad,
 
Era tu voz
,
inequívoca,

acogedora,

armoniosa como la luz,

suave como la sonrisa de un bebé.
 
He palpado tu sitio en la almohada,

lisa como una pared.
 
El desfiladero que tu cuello formaba,

ya no vive en mi montaña escondida,

lisa, lisa como esa pared sin grumos.
 
He escondido bajo la caricia de las sábanas,

mi cara, mi angustia, todo mi ser

para no enterarme 

de que tu voz  no está,

que su susurro ya no me mima

que la oigo sin existir, cercana, lejana,

bailando a mi alrededor. 
 
Tu voz,  espejismo de mis noches,

ya  nunca volverá a acompañarme.