
Se han secado las fuentes.
La laguna se ha hecho
riachuelo plateado
sobre mi frente arrugada.
Hay que volver la cabeza
en un giro casi completo
para encontrar una brizna
de hierba verde.
El gris se ha adueñado
del presente.
La sangre es un río cansado
de aguas frías.
La risa no contagia.
Sólo queda alguna cascada
que de lejos resuena
y el deseo incierto
del que mañana no pese.
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