La llama de la vela
se movía sin viento
al unísono de un poder oculto.
convirtiendo tu marcha
en un lamento agónico.
No había vuelta atrás.
Tus pasos tan cansados
sonaban lentos
Tu cerrada maleta,
colgaba de tus manos.
Te paraste a la entrada,
tu mirada suplicaba socorro.
El pomo de la puerta,
muralla insalvable,
se negaba a girar.
Seguías mirándome
al filo de la sombra
como reo que espera
su sentencia.
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