miércoles, 4 de abril de 2018

ENEMIGO EN LA SOMBRA


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El niño contento

jugaba entre coches aparcados.

En sus manos un sobrecito de cromos,

en sus ojos verdes la ilusión

de no tenerlo repetido.

No sentía otra cosa.

No vio al miedo acercarse.

Un estallido lo envolvió todo en humo.

Una bomba prendió como artificio letal

en un coche rojo igual que la sangre,

y sus llamas llegaron al cielo.

El chico de los ojos verdes,

tirado,

mantenía entre sus negros deditos

un sobrecito quemado.

Su ataúd fue blanco,

blanco el velo que lo cubría,

negra la pena de todos.

y un trocito de su último cromo

sobre la esquinita de su caja.

Unas manos asesinas

con motivos miserables,

lo enterraron en la nada.

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