domingo, 15 de abril de 2018

PUEBLOS ABANDONADOS


 

 
Las campanas sonaban

llamando a los fieles,

como todos los días.

La Iglesia, un pañuelo,

donde cabían todos los feligreses

de aquel pueblo en abandono.

La gente apenas llenaba

su plazuela principal.

Jubilados de pelo cano,

media docena de vecinos

pasada ya su mitad de todo,

algún pequeñín en brazos

o jugando con su imaginación.

Sus vidas, fruto más de errores

que de anhelos..

El pueblo se moría sin alma,

pero sus campanas 

seguían sonando.

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