La noche había sido agónica
hasta que el cansancio,
dueño del cuerpo, lo venció
La llegada de un nuevo
comienzo
hacía correr los nervios a su
antojo.
El gran día me hacía guiños.
ese día tan esperado,
tan soñado para la eternidad.
olía a nuevo, a estreno.
El ajetreo aleteaba por todas
partes
las rodillas me temblaron.
Debía estar contenta,
deseaba estarlo…
Ahuyentaba los pensamientos
que me traicionaban
camino de otra parte.
No sabía cómo pararlos.
Iba a casarme ese día,
quería hacerlo, estaba segura
No hay comentarios:
Publicar un comentario