Me asomo a la ventana
y veo morir la tarde.
Niños que alborotan
con sus meriendas.
Madres que piensan
en las tareas
que les aguardan,
bañarlos, la cena, recoger.
No se paran a calar más hondo
para no amargarse la vida.
Sigo en la ventana,
ya no veo a la gente,
Solo mi vida tras los cristales.
Siempre igual y tan distinta.
Cierro la ventana
y me alejo.
Hoy no quiero ver más.
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