Me paré ante el escaparate
repleto de comida.
Tenía hambre, quería comer.
Mis bolsillos
vacíos
hacían feo juego con mi estómago.
Miraba bailar las latas,
saltar los quesos,
reír al jamón
.
Me estaba desmayando,
y pensar en mis angelitos en casa
me hacía más daño
que mi cuerpo hambriento.
No encontré mano compasiva.
¡maldito, maldito dinero!
Me produce tanto dolor. Que nunca llegaré a entender. ( Porqué)
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