Vas
como res al matadero
por
tu gusto.
No
lo piensas,
Ahuyentas
el pavor
con
la poca fe
que
te queda.
No
necesitas el tarot
para
saber que dolerá,
hasta
la bendita mañana
de
resultados hermosos
y esa dulce sensación
de
vencer al tiempo.
Que
la seguridad extraviada
por
el devenir de los años,
esté
de nuevo en tu espejo.
Solo
eso.
Vas
ciega camino del quirófano.
y
aunque en tu corazón,
aborreces
la barbarie
de
la lidia de los toros,
se
fija en tu cabeza
una
cantinela taurina:
¡Qué
Dios reparta suerte!
Ole
ResponderEliminarEstupenda descripción de esa sensación.
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