La
palabra patio siempre lleva
a
ensoñaciones.
A
mí me asfixia.
Me
recuerda esa fuente
con
azulejos blancos,
llenos
de verdina en invierno
que
con mis manos,
de
apenas diez años de vida,
tenía
que quitar frotando.
Nunca
más hubo una fuente
en
ningún patio mío.
Y
esos bichillos asquerosos,
pequeños
reptiles que se movían
al
cambiar las macetas
para
limpiar el suelo de rodillas.
Nunca
más hubo en mi vida
ni
macetas ni patios.
Todo lo contrario me pasa a mí. Reunión familiar, meriendas. Mi pozo con el agua fresquita en verano me encantaba tirar de la soga. Recuerdos de mi niñez
ResponderEliminarGracias, Carmen; por tus siempre amables y bonitos comentarios. Te contesto en este poema al filo de lo que citas tú que te evoca la palabra patio. Evidentemente, así lo comienzo, que lleva a ensoñaciones, pero a veces... Nada es blanco ni negro. Un abrazo
EliminarCierto. Así es la vida! Gracias Carmen un abrazo
ResponderEliminarQue malos recuerdos!
ResponderEliminar