Los pensamientos van y vienen.
Los recuerdos son diferentes.
Algunos se derrumban
debajo
de las piedras.
Otros
se difuminan
como
la bruma al amanecer.
Existen
los que lastiman
como
perros rabiosos.
Otros
nos alegran
cada vez que llaman
con
olores de grandeza
o
con aromas a perfumes
que
nos hacen florecer.
Pueden
ser de personas
que
pasaron y se fueron
tras
de su espíritu sin quererlo.
O
de esas que nos dañaron
a
veces sin pensarlo.
O
los que lo hicieron
con
todo el peso de su mal.
O
los conocidos, cotidianos,
que
nos bordan nuestro entorno.
O
los de las batas blancas
que
tanto tememos.
Pensamos,
recordamos, vivimos,
en
el acompañamiento diario
de
nuestros soles y nuestras lunas.