A
los mejores Reyes Magos
de
mis creencias infantiles,
les
he pedido solo una cosa:
que
se vaya este virus e impida
que
llegue otro nuevo
salido de los avernos
o
de algún laboratorio.
¡Ya
es la vida tantas veces
traicionera
por sí sola!
Esta
vida que parece
un
ramillete, una madeja,
mezcla de días y personas
creando
un círculo
con
una abertura final.
Pero
la tentación de pedir
me
ha vencido
y
como se deshoja
una
margarita,
han
brotado peticiones
como esa lluvia que no para.
Que
no nos falte nadie.
Que
el aire sea más limpio.
Que
las sonrisas se vean
Y
que tú cuando me mires,
por
fin me notes.
Lo importante es no perder la ilusión que nos acompaña desde pequeña. Un abrazo
ResponderEliminarEste poema, con tus peticiones, destaca, como siempre, la sensibilidad que tienes ante las situaciones de la vida.
ResponderEliminarEsos deseos son el reflejo del alma que los solicita. Muy bonita
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