Viernes Santo, madrugada,
Sevilla que no reposa,
aplaude, canta y
solloza
y abandona la almohada.
Silencio, todos afligidos
cuando el Gran Poder les
mira
y la gente no respira
con sus pechos doloridos.
Las dos Esperanzas juntas,
más bellas que los rosales,
bendicen su tierra asunta.
Va llegando la claridad,
todos vuelven a sus templos
hasta la próxima "madrugá".
Sin palabras tal cual lo describes. Me encanta!
ResponderEliminarQué bonito. Como siempre, me encanta la belleza con que describes nuestra Madrugá.
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