El patio mojado
indicaba que el tiempo
era invernal.
Las botas me protegían
de los resbalones.
Las macetas miraban
como agradecidas,
al dios de la lluvia, Zeus.
Tenía que salir a la calle,
no tenía ganas
como tantas veces.
si se sumaran,
darían más escalofríos
que el tiempo lluvioso.
A pesar de los goterones
helados como
polos en verano,
refugiada en mi paraguas
transparente y abombado
por fin salí fuera.
Solo ver a los pequeños,
con sus impermeables
de bonitos colores,
riendo como se ríe
a esas edades,
por todo,
por nada,
por la belleza de la vida
si hay salud, cobijo,
y familia que te quiera.
Verles chapotear
con sus botitas
también de colores,
azules, rojas, naranjas…
me hermanaron con la vida.
Era un día cualquiera
de esa estación,
que en lo más profundo,
la prefiero a la roja
como el fuego.
Me apreté el anorak
y mis pasos
se volvieron alegres.
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