El olvido es a los pesares
como la sangre a las venas.
Da latidos y energía,
y llega como desconocido
cuando menos te lo esperas.
Después de mucho ansiarlo
trae más colores que un arcoíris
Rojo: si llevó pasión
o si ha sido engañoso
como lobo escondido.
Amarillo: igual que el miedo
que hay que desecharlo.
Verde: como la ilusión
de legada sin demora
Azul: como cualquier día,
con nubes o claros.
Morado: como túnicas
de hermandades
que acompañan al Nazareno.
Tenga el color que tenga,
es bendición deseada,
para volver a mirar de frente
sin dolencia cautiva.
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