Abro la puerta,
me descalzo,
me siento cómodamente
en el sillón de mi sala
como si fuese mi reino.
Un reino sin corona.
Miro a las sillas,
me dicen son republicanas,
tienen derecho. Estoy a gusto.
Conecto la tele,
no para de vomitar
bulos y mentiras.
Cambian a las tragedias,
como les gustan tanto
las engordan hasta
crearnos una coraza.
Miro las cortinas,
me protegen del exterior,
también me lo tapan.
No sé con qué cara
de la moneda quedarme
Me levanto, toca de nuevo
afanarse por el pan nuestro
que cada día pedimos,
para que después
nos lo amarguen a su gusto
Es mi tiempo, es mi espacio.
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