¡Qué pena que la vida
se pase tan de prisa
y que nuestros retoños
crezcan tan rápido!
¡Qué pena que no haya
pan caliente para todos
y qué que la esperanza
sea más breve que la realidad!
¡Qué pena que los veranos
sean tan largos
que rompan los abanicos!
amasen el tesoro como pan,
cuando ellos también parten!
¡Qué pena que los amores se nublen
y el sol que quema, no
y qué pena que el romanticismo
pasee un puñal de muerte!
¡Qué pena que muchos
gobernantes tengan tanta
ambición como necedad!
¡Y qué pena que el que daña
no reviente cualquier día!
¡Qué pena tantas penas!
pero a pesar de tantos pesares,
hay que saborear el estar vivo.
Qué bonito cómo describes lo que es la vida con todas sus penas de las que nadie se libra, en mayor o menor medida, aunque, a pesar de todo, nadie se quiere ir.
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