Eras mi protector,
mi ángel guardián,
mi día y mi noche.
Se aunaron fuegos horribles
y lo carbonizaron todo.
No había, no existió
protección alguna.
El ángel era rojo con cuernos.
Ya no había días,
solo noches dañinas.
Tu corazón no me hacía latir,
tu sonrisa no era atractiva,
tu mirada, como pozo oculto.
De un navajazo lo corté todo
y te eché fuera.
Fuera de mis horas,
de mi casa, de la tuya,
de mis pensamientos
y nublé la sombra de mi vida.
No fue una vez, amores distintos
pero con paralelismo igual.
Esas evocaciones
no son imágenes agradables
todo neutro, grotesco,
Son historias del mismo escritor.
La mente se aclara y grita:
¡paz y bonanza!
No hay comentarios:
Publicar un comentario