Los ríos no paran,
los ignorantes los secan.
La luz se apaga
y aparece de nuevo.
El cielo a veces llora,
si suena mansamente
supera a la gloria.
Los cariños llegan,
se aposentan, se enroscan,
lo avalan todo.
Al mirar con esperanza,
todo se vuelve luminoso.
Se tiene y se puede elegir,
o la corona de lo sencillo
o el dolor y el rencor que ciegan.
Al escoger, será al final
la gran baza del juego
del aliento de tus días.
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