Abro los ojos
y me saluda la mañana.
Aparto las sábanas
aún con mi calor.
Me pongo de nuevo
la “armadura”
para los problemas
que se multiplican
más que los supuestos peces.
Mientras no lleven lágrimas,
cogeremos el timón
para que nuestro barco
no se vaya a pique.
Caminaremos sonriendo
a lo que nos emocione,
charlaremos un ratico con amigos
y poco a poco, el día se irá
como nuestro devenir
para que le demos otra vez
las buenas noches
a nuestras sábanas,
que en un santiamén
estarán templadas de nuevo.
Comienza otro día más.
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