Medito.
Llaman a la puerta.
No hay sorpresas,
un repartidor,
la persona que me ayuda,
un familiar.
Abro y cruzo pocas palabras.
Termino mis tareas.
Medito.
Ya no son muchas,
no tantas como antaño,
pero van pesando.
Me siento a leer,
a escribir,
algún juego de memoria
en la table.
Medito.
Finalmente enciendo la tele.
Series o películas.
Las noticias me informan,
más solo lo necesario.
Me deprimen más
que un supuesto belcebú,
las desgranan sin matices,
como si no importasen.
Medito.
Me duelen todas las guerras
y tiemblo por lo peor.
Mientras sus creadores
ven crecer sus fortunas,
como si fuesen parras
que llegan muy alto.
A la vez que mueren
los que dejaron nacer para esto.
Medito.
Y me dejo mecer
por algún buen recuerdo,
y los que no existieron,
como el beso que no me diste
y que ya no sé si deseo.
Medito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario