
Como maná que baja del cielo
caían las gotas de lluvia,
regalo de los dioses,
esencia de vida.
Me acariciaba la cara
con entrañable gozo.
Un huracán
que surgió sin permiso,
la asustó.
y dejó de ser suave.
Fiera y violenta.
azotaba sin calma,
llorando copiosamente.
No se podía caminar.
Esa corriente
nacida de pronto,
te empujaba con energía
y una gran riada
se adueñó
de las calles.
Enfurecida la naturaleza
ante tantos agravios,
dejó de ser amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario