No me gusta la noche.
Cuando los luminosos
apagan sus propagandas,
desaparecen las personas de las
calles.
Van quedando pocas sombras
que se van evaporando
y algunos coches más rápidos que
antes.
El cielo te muestra poco,
la contaminación puede con él.
Las ventanas que encierran
felicidad, amor lleno de ternura,
y en las que aún resuenan
las palabras mágicas de los
cuentos,
o las espantosas
que encierran llanto y humillación,
también apagan sus luces.
Solo queda negrura, calles vacías
que gritan soledad.
Pides que no pase nada,
que Morfeo llegue pronto.
Y ahuyentas tus malos recuerdos
por buenas experiencias,
o llamas a tu imaginación
y te ves paseando de su mano
y rozando con caricias sus labios.
Deseas que la claridad del día
llegue pronto con el latido de la
ciudad.
Entonces miras a la calle,
vencida ya la noche,
y sientes de nuevo la vida.
Lo has clavado. Describes perfectamente los sentimientos que nos invaden al llegar la noche y la ilusión de una nueva oportunidad de vida al amanecer. Precioso
ResponderEliminarEs bonito, pero triste.
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