Es pequeña, tan chiquita
como cautivadora.
Es mi nieta.
Parece una adivinadora
con pocos añitos
Su boquita,
una caja de sorpresas.
Su hermana
tiene ya más veteranía,
Empiezan a preocuparle
otras emociones y deseos.
La ropita para verse
lo guapa que es.
Amiguitas, amiguitos,
que como melones por calar,
podrán ser buenos,
o le romperán
el corazón sin tiritas.
La amargura estará ahí
como hilos cosidos a los trajes.
Pero aún disfrutan
del agua, de los juegos,
de los cumpleaños,
hasta que el devenir
las haga mujeres y recuerden
que estos tiempos
fueron un tesoro único
que no todos tuvimos.
Y rezo a lo que sea,
para que las penas no les rocen
y el cariño nunca les falte.
Pero mi alma se angustia,
al saber que esa
inocencia tan sabia
se volatizará igual
que vapor de lluvia.
Hay que agarrar el presente
como la fuente de vida que es,
y después…
soñar solo lo bello.
Que verdad. Todas las abuelas tenemos esos miedos
ResponderEliminarAmor que nos transmites el sentir de las abuelas y que comparto. Disfrutar de ell@s hasta los últimos días de nuestras vidas. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso. Como siempre, expresas de una manera bella y sentida cómo es la niñez de los niños que tienen la suerte de nacer en familias que les quieren y la incertidumbre de la vida.
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