Insensibles al calor.
Insensibles al frío.
Insensibles al dolor.
Necesaria varita mágica
que nos abriese todo,
incluso las rosas
aunque no fuese primavera.
Que lloren las nubes suficiente
y que no sea solo el doctor
quién nos cure,
que la enfermedad se muera.
Y que todas esas puertas
que llamamos sin que nos oigan,
se abriesen solas.
Puertas y ventanas al aire,
y cerradas al averno.
La vida, solo un buen paseo,
una idealización sin coste.
Muy bueno. Un abrazo. Maribel.
ResponderEliminarNo cuesta nada soñar.
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