Un segundo, solo un segundo,
lo puede cambiar todo,
no solo la opinión del mundo.
Tenía un deseo
como aureola celeste,
que lo primero
de cada mañana,
fuese darte los buenos días.
En un segundo,
dictaste sentencia
y me has silenciado.
Como globo de gas
que se lleva el viento,
se fue mi saludo mañanero,
como el de buenas noches
que las quería todas.
Un segundo solo un segundo.
Hay que mirar el reloj
para que no te coja
con el pie cambiado
por un segundo solo un segundo,
Muy sentido y muy bonito. Un abrazo Maribel.
ResponderEliminarPrecioso este poema también y cierto. ¡Cómo puede cambiar todo en un instante!
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