Si lloro, nadie me oye.
Si hablo, simulan escucharme.
Si ando, mi cabeza
va pendiente de los pies.
Los amigos casi no me ven,
los de mi época
ya se van yendo.
A nadie intereso,
ya no soy bonita,
el cirujano hizo lo que pudo,
pero los milagros son duros.
Ni ágil, odio el bus,
no se acerca y frena
como si no hubiese asfalto.
Ni tus interesadas
zalamerías, me sacan
de mi estrenado tedio.
Cada día, me interesan
menos cosas.
Ahora, las batas blancas
me persiguen, o yo a ellas.
¿Qué es lo que me pasa?
Nada, que pasaron dos minutos
y me he hecho mayor.