Dormía, soñaba vestida de niña.
Jugaba, reía ,me entristecía.
Veía a mis padres,
con sus desagradables caras.
Las del sueño eran cariñosas,
reñían con buenas palabras,
sin coscorrones ni cosas peores,
la correa de pegar no estaba.
El miedo aún no tenía
todo su dolor.
El sueño seguía
y me veía dando vueltas
con un vestido como de novia
retrogrado, blanco, tonto.
Tenía un recogido en un hombro
que dejaba al otro fuera.
Bonito, redondo, joven.
El novio no estaba,
pero mi corazón lo sentía.
Fueron cayendo almanaques
el azul del cielo era distinto,
incluso los nubarrones y el agua.
Ya no había vueltas de felicidad
se habían convertido en cansancio,
en arrugas antipáticas.
De pronto, un ruido,
tal vez una ambulancia
con sus prisas por ganar,
o un patrullero con urgencia,
me despertaron,
Repasé el sueño
no quise recuperar
mi verdadera infancia.
ni los años de después.
Tapé el bonito espejo
de mi alcoba.
El pasado es pasado,
el futuro ya cada día más corto.
Me di la vuelta y pensé,
aprovecha el presente,
las migajas que da
a menudo hacen feliz.
Y me quedé dormida.
Nunca los sueños,
fueron más sueños.
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