Otra tarde que me asomo
para ver la calle.
Los coches, la gente,
el bullicio del fin del día.
Es tarde otoñal,
preciosa, fresquita
pero sin frío, con el anuncio
de lluvia cercana.
Cosas pequeñas que calman,
que dan felicidad.
No pienso en especial
en nadie. Aún así
laten en mi sangre.
Voy mirando lo variopinta
que son las personas.
E imagino a la que acaba
de recoger a sus pequeños,
tienen prisa:
duchas, deberes. cena, sueño.
Hay quién va solo o sola,
llevan carpetas en los brazos.
deben haber cerrado acuerdos
o no han cerrado nada.
Miro el cielo otra vez,
es azul con algodones,
al día siguiente cuando llueva
según pronósticos,
sacaremos los paraguas lisos
o de colores, decisión ansiada.
Son tardes bellas,
que hablan de vida,
preludio del descanso.
Es otoño y verdea todo,
y pronto le abrirá
la cancela al invierno,
que nos traerá felices fiestas.
Menos el verano,
me gustan todas las estaciones
siempre que cumplan.
Cierro la ventana
y sigo sintiendo paz.
Deseo tanto que nadie la estropee
y que se arregle lo estropeado,
que la brisa aún me cobija.
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