Paseo tranquila, despacio,
saboreando el tiempo,
hoy las prisas no son mis dueñas.
Llego al centro de la ciudad,
miro los escaparates,
no voy a comprar nada,
pero miro los escaparates.
Estoy como flotando,
nada me llama la atención
y todo me la llama.
Son las siete de la tarde,
se enciende las luces normales
y todos los escaparates.
Pienso, tampoco quiero hacerlo,
solo deseo sentirme viva
disfrutar esa tranquilidad
antes de volver a mi casa,
sola desde hace tiempo.
Te acostumbras
y te gusta recrearte en ello.
Se acabó el paseo,
subo al bus, empujones,
frenazos, ruidos sin mesura,
la calma ha volado
cual ave migratoria.
Pero me he dado
el lujo de unas horas tranquilas
que aprendes a valorarlas
antes de perderlas.
Tarde plácida.
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