Hace tiempo que no lo hacía.
La Luna me ha mirado
y yo a ella.
Su cara celeste
no me dice nada especial,
pero yo soy capaz
de sentir sus lágrimas.
Llora por su planeta,
por todos sus moradores,
por las necesidades
de los oprimidos.
por las mujeres maltratadas,
heridas, asesinadas.
En particular por los culpables
de tono gris ceniza.
Avariciosos sin corazón
que no les laten sentimientos.
A la vez pienso, no sé por qué,
en tus fríos ojos grises.
También olvidados en el tiempo.
Los duendes de la alegría
van por dónde quieren.
Por tus ojos y por la Luna, no.
Tu frialdad la buscaste en el fango,
solo tú eres el culpable
y ahora te ahoga.
Antaño me atrajiste,
un antojo vano,
ahora me das pena
merecida u olvidada.
Cierro los ojos
y cierro la persiana.
Y me afano en percibir
un mañana, ya breve para mí,
con una Luna grandota,
sonriente, y no hay más.
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