El sol al atardecer
se va escondiendo.
La playa se queda sola,
la arena deja de ser rubia,
se ha vuelto marrón
como si se tiñese.
Ando descalza sobre
ella húmeda y fresca.
Paseo lentamente, me gusta,
sentir esta soledad.
Poco antes me cobijó
el cielo y su reflejo en el mar.
Barquitos en la lejanía
que ahora parecen
fantasmas blancos.
Y las olas rompiendo a mis pies,
sin importarles el tiempo
que se llevará el calor
y las ilusiones de verano,
no de todos.
Ahora solo veo sombras
y unas lucecitas de colores
que me llaman.
Termino mi paseo,
guardo mis recuerdos
y voy tras esas luces
para brindar y olvidar
todo lo olvidable,
con una bebida fresquita,
y la mente y el alma serenas
bajo un velo de estrellas.
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