Es de madrugada
y el sueño se me ha escapado.
Me siento en la cama,
a mi alrededor paredes lisas
y muebles amigos.
Solo me acompaña el tic tac
del reloj de la mesilla de noche,
y ruidos como lejanos
aunque estén cerca.
Y los recuerdos que están ahí.
Recuerdo esa niña siempre triste.
Recuerdo esa jovencita
llena de ilusiones.
Recuerdo la amargura
de la realidad en cada
una de las piedras
de mi camino.
La madrugada vacía
no es buena consejera,
solo el lento impulso
de la claridad,
inunda el sentir
y empuja hacia la vida
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