Tengo una
amiga
que renace más
que el ave Fénix.
Es precaria su
salud,
lo que más le
falla
es el corazón.
Normal es el
receptor
de alegrías y tristezas.
Lo segundo:
sus muchos
lustros.
Demasiados.
Va camino del
siglo,
pero aquí
está.
La sostiene el
amor
de los suyos y
el deseo
de los
encuentros semanales
con sus
amigas.
Ilusión de
esas tardes
para unas
charlas,
aunque le
cuesta,
su oído la
traiciona
como tantas
cosas en este mundo,
para unas
cervecitas
y oír cantar su número.
Sí, amiga,
intentemos ser
inmortales
cada día de la
vida.
Muy bonito, un entrañable tributo a la amistad. Un abrazo Maribel.
ResponderEliminarEntrañable poesía a la amistad. Gracias
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