Cruzo la calle
con mis pequeñas sucesoras.
No hay enemigo a la vista
ni a un lado ni al otro,
pero ellas, como siempre,
han entrado en conflicto.
La mayor se queja,
la peque es una pesada.
La peque, que la mayor la ignora.
Saco el silbato, fuera de juego,
o se callan o cierro el mundo
Ni cuenta, siguen a lo suyo
y el colegio parece
que alguien lo empuja.
Por fin llegamos,
un beso a cada una,
mis mejores deseos para ese día,
para este curso,
para toda sus vidas.
Me marcho, el corazón
circunda la mente
y le dice que van creciendo.
Muy pronto no me necesitarán,
solo seré la abuela
que nació ya vetusta.
Tal vez cuando haya cerrado
la puerta de mis horas
y me haya convertido en lo que sea,
quizás entonces me echen de menos.
Mientras, habrá más días de cole.
Este poema, al leerlo, me ha emocionado. Describes, como nadie, una realidad.
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