Las olas me hablan,
van y vienen y al llegar
me traen el olor
de las casetas que cuando
era pequeña, formaban
igual que pelotón en fila,
con sus lonas de rayas
de colores, rojas, azules, verdes,
y las hamacas que respiraban
nuestra alegría e ilusión.
Y del placer dentro del agua,
Más tarde, los juegos
de mis pequeñas
saltando y riendo
al romper el encaje blanco
en sus rodillas.
El cielo luce un azul
tan intenso que casi ofende,
algo lo nubla, creo son nubes.
No son recuerdos no vividos
pero vistos en celuloides
de horribles Tsunamis
y de la culpa de los culpables.
Parpadeo y consigo que el sol
venza de nuevo,
y sigo viendo, oliendo
y saboreando aquellos
y estos días veraniegos,
con mis pies descalzos
sobre la arena blanca.