Tus palabras se vuelven
reflejo de tus pensamientos.
Pasada la hipérbole de sentimientos,
agravados por tantos años
de separación por mis bordes,
oigo como enumeras
tu visión de mi realidad.
Pesada, listilla, desconfiada.
Tu reflejo en mis lunas no se ve,
tengo el talento de ocultar
lo que no es necesario,
y descanso esa soberbia
que se te escapa
con cada gesto o dicho.
Lo imposible puede encerrar
afecto, gusto, comprensión,
pero eres lejano como el infinito.
Y pienso en un futuro encuentro,
mientras la moneda
gira en mis manos.
Da igual cara que cruz
o que caiga de canto,
porque no sé si lo deseo,
si me hace falta,
o si mejor pasar a otra vía.
Esa lotería ya no lo es
lo que era. Carece de ilusión,
de sentido, de premio.
Fin de una historia que no existió,
o que tal vez rozó poca cosa
en lo vivo de su necesidad.
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