Me asomo a mi ventana,
el Sol despunta,
el día bosteza
aún no se ha despertado.
Todo quieto, todo silencio,
salvo unos pájaros
que cantan diferente.
Es domingo
y las sabanas
tienen otro sabor.
La ciudad lentamente
se despereza
y sigo mirando
a través de mi ventana.
Es domingo y toca descansar
del trabajo diario
o del paso del tiempo.
Mañana de nuevo
cada cual a sus deberes
y de nuevo veré
a la gente afanarse,
haciendo ruido sin notarlo,
con prisas en los bolsillos,
y el anhelo puesto
en el siguiente domingo.
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