Los lunes son obligados
menos cuando un serafín
moldea la voluntad
de quién puede hacerlos
festivos.
Los martes, anodinos.
Los miércoles van
tomando algo de color.
Cómo el verde esperanza
de los jueves,
para cristalizar en los
viernes.
Sábados benditos, para
muchos,
se pueden pegar las
sábanas,
te diviertes con
distracciones,
si te gusta tu familia,
disfruta de ella,
o descansa ante la caja
tonta
de siempre.
Los domingos son blancos y
negros.
amanecen como palomas
níveas,
pero van haciéndose grises
hasta ser el luto de los
lunes.
Algunos días que no les tocan
se hacen especiales.
No hace mucho un día
anodino
se hizo único.
Fue un martes.
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